Esta mañana mi cocina decía que 12ºC. Ni siquiera después de aguantar la respiración hasta tener los labios azules, 40 saludos al sol y una ducha de agua fría he conseguido entrar erguida. Mi cuerpo no está diseñado para esto, le faltan capas. Las 5 capas de bambú orgánico que me he tenido que poner para poder entrar a hacer café. Creo que si volviese a nacer elegiría ser oso… así podría viajar dormida durante el invierno y amanecer por primavera para hacer el amor y ponerme morada de la miel más pura… son sabios los osos.
Vuelvo a la Isla del eterno verano. No es que aquí no esté bien, me encanta donde vivo, y más ahora que tengo un camión y me muevo con todo lo que me hace feliz dentro. Es tener que quemar tanta leña para que Marlon se acurruque calentito. Es el recuerdo de una imagen que se aleja y que se esfuma. Es la ausencia de Lolita. La Presencia de la Ausencia.
Mis zapatillas quieren más reuniones en las puertas y yo quiero sentarme en el suelo, enchufarme a la corriente y que me brote creatividad por los dedos de las manos.
Sabía me había faltado un poco de todo, que no había terminado de explicar la colección entera ni me había perdido demasiadas veces en la moto. Voy a probar los prototipos, a corregirlos si hace falta, a ponerlos en la lavad-ola y a ver cómo reaccionan. Y cuando esté segura de que todo es tan perfecto como lo he soñado, doy luz a los diseños nuevos para para que tu también puedas tenerlos.
A las que os quedáis a menos tantos… unas cuantas capas de bambú orgánico.